-¡Rrrring ring!- Como un día más, el
despertador cumplía su función.
-Buenos días Ana. Ahí tienes preparada la
ropa de hoy. Vístete y desayuna rápido si no quieres llegar tarde al Colegio.-
Dijo el padre de Ana, Javier.
Así, Ana con tan solo cinco años y seis
meses, en media hora estaba preparada para ir al Colegio.
También Pedro estaba listo, pero él había
necesitado ayuda, y algo de más tiempo. Con cinco años y tres meses sufre una
parálisis cerebral.
Cristina con seis años, le decía a su
madre mediante el lenguaje de signos, que hoy en clase era un día especial.
Cristina es sordomuda.
En la puerta de casa, Ana se despedía de
su padre cuando de repente escucharon:
-¡Pi pi! Buenos días pequeña, ¿preparada
para un nuevo día?- Dijo el conductor del autobús.
-¡Hola Pepe! Tengo muchas ganas de ver a
mis amigos/as y contarles las cosas que he hecho en el fin de semana. –
Expresaba Ana mientras tomaba asiento.
El autobús continuó su camino
realizando las paradas por las distintas casas de algunos de los
alumnos/as del Colegio, como la de Cristina. Poco a poco se iba alejando
del núcleo urbano de la ciudad.
En diez minutos ya habían llegado los
alumnos/as al Colegio. Cristina y Ana se reencuentran después de dos días sin
verse, una eternidad para ellas. Se abrazan, y mediante el lenguaje de signos
comunican la enorme felicidad que sienten al verse. Saludan también a Pedro,
que en su silla de ruedas, es conducido por Belén, una madre miembro de la
AMPA.
Iván, un magnífico creador de auténticas
obras de arte, camina por los jardines con la ayuda de Pongo, su perro que lo
guía y funciona como los ojos del niño. Entra por la puerta principal, el
pequeño de seis años frunce el ceño al percibir la fuerte luz de la mañana que
traspasa las grandes cristaleras. Pongo lo dirige hasta llegar a una enorme
mesa en la que se encuentra una ciudad en miniatura de plastilina realizada por
Iván. El niño comienza a comprobar que no falta ninguna de las figuras que
había realizado, mientras su perro olfatea todo lo que encuentra a su paso,
cojines, grandes alfombras, pufs, plantas…todo lo coloca y mueve a su antojo,
porque, en todos los espacios del Centro, se pueden encontrar una gran variedad
de mobiliario confortable sin situación fija o rígida y adaptado a cualquier
tipo de necesidad física.
Belén continúa llevando a Pedro. No hay
obstáculo que impida el transcurso de la silla. Una gran rampa salva el
desnivel del suelo que hay entre la puerta principal y los jardines. Cómo
sonríe Pedro disfrutando de la música ambiente que él mismo ha compuesto con
otros compañeros y compañeras en el taller de música. Belén conduce la silla
hasta llegar al ascensor, donde ve a Iván con Pongo. Todos se montan en el
ascensor. Belén baja en la segunda planta y acerca a Pedro a su aula,
despidiéndose de él, asegurándole que se volverán a ver a la hora de la salida.
Iván continúa hasta la tercera planta donde se encuentra su clase de 1º de
Primaria; deja a Pongo al cuidado del conserje Vicente y se despide de él hasta
la salida.
Por las escaleras sube Ana con su amiga
Elena (ambas con cinco años) hasta llegar a su clase situada en la segunda
planta. Qué bonita, grande y acogedora clase la de Ana y Elena, y cuántas ganas
tienen de aprender.
Los relojes de cuco de cada clase anuncian
que es la hora de prestar atención a los maestros.
-¡Buenos días niños y niñas! –Dijeron a la
vez la maestra Patricia y el maestro Jose
-¡Buenos días!- Contestó Ana.
-Espero que hayáis pasado un buen fin de semana.
¿Quién me dice qué día es hoy? ¿Y qué tiempo hace?– Prosiguió la maestra.
-Lunes y hace mucho sol. – Dijo Elena algo
vergonzosa.
-Muy bien Elena. ¿Cómo estáis? ¿Qué habéis
hecho durante el fin de semana? ¿Qué habéis desayunado?- Cuestionó la maestra.
Todos comenzaron a explicar cómo se
encontraban, su fin de semana, y lo que habían desayunado.
Pasados unos veinte minutos, se dirigieron
como cada mañana a la sala de usos múltiples para realizar ejercicios de
relajación; al igual que el resto de alumnos/as del Centro.
Tras ello, cada grupo de alumnos regresó a
sus clases.
-Ahora que estáis calmados y serenos,
vamos a recordar a dónde vamos a ir hoy. ¿Quién me lo dice? – Expresó la
maestra Patricia.
-A la ría a conocer a todos los animales
que viven en ella.- Dijo Ana muy contenta.
-¡Exactamente! Hoy lo pasaréis genial.
Vamos a descubrir el maravilloso mundo de los animales marinos, como los
cangrejos, los peces, pulpos… ¿Quién es amigo del cangrejo Sebastián? – Expresó
la maestra Patricia.
-¡Yo! ¡Y yo también! –Contestaron todos
los alumnos/as a coro.
-¡Qué bien! ¿Y dónde vive nuestro amigo?-
Prosiguió Patricia.
-En el mar –Respondieron algunos.
-¡Qué listos son mis niños! Bueno, a ver
quién sabe otros animales que vivan con el cangrejo Sebastián.- Dijo la maestra
Patricia.
-¡El pez arcoíris, el caballito de mar,
las medusas, delfines…! – Dijo Elena.
-¿Y cómo debemos cuidar la Ría
nosotros/as? – Prosiguió la maestra.
Levantó la mano Lucas, un pequeño
sordomudo que seguía las explicaciones que realizaba el maestro Juan mediante
el lenguaje de signo. El niño dijo con su lenguaje: “debemos mantenerla limpia
y cuidar los animales que viven en ella”.
El resto de compañeros asintieron
mostrando su acuerdo con la idea de Lucas. Todos conocen y comprenden el
lenguaje de signos.
-¡Fantástico, bien! De acuerdo, como puedo
comprobar, sabéis más de lo que pensaba. ¿Qué os parece si salimos ya para
conocerlos a todos? Creo que nos están esperando– Articuló la maestra Patricia.
-¡Sí! –Contestaron a coro todos los
niños/as-.
Las caras de ilusión de los pequeños/as
reflejaban su interés y ganas por descubrir la vida que hay bajo el agua. A
través de la asamblea inicial con la ronda de preguntas, los maestros/as
pudieron comprobar los conocimientos previos de los alumnos/as relacionados con
el tema.
Cuánto está aprendiendo Pedro hoy en
clase. Como sus compañeros de la clase de al lado, el pequeño compositor de
música, observaba imágenes de animales marinos, viendo la gran variedad de
colores que había en el fondo del mar, y preparándose para la salida al exterior.
Mientras tanto, Iván seguía en clase. Hoy,
Sara, una buena compañera de Iván, estaba sentada a su lado y debía ayudarlo
con cualquier problema que éste tuviera, y viceversa.
-¡Sois unos genios! Por vuestras
respuestas a mis preguntas, veo que conocéis muy bien las especies que habitan
en la tierra y las que habitan en el agua. Por ello, vamos a salir al exterior
para que seáis testigos de los seres que habitan a nuestro alrededor. –Dijo
Sonia la maestra de 1º de Educación Primaria.
Así pues, tercero de Educación Infantil, y
primero de Educación Primaria, abandonaron sus respectivas aulas y pasaron unas
magníficas horas en el campo y en la Ría. Pudieron interaccionar entre ellos y
con la fauna y flora que habita en el paisaje, aprendiendo al mismo tiempo las
características de cada especie.
Volvieron a sus clases.
Pedro, compuso con algunos instrumentos
musicales naturales y sonidos de animales marítimos, una preciosa canción.
En la clase de Iván, también realizaron
actividades interesantes y entretenidas. No importa que Iván no pueda ver
porque, acertó todos los sonidos (tanto de animales marinos como terrestres)
que la maestra puso en el ordenador.
Una vez realizadas las actividades, los
pequeños de tercero de Educación Infantil y primero de Primaria, abandonaron
sus aulas para esta vez, acudir a las salas comunes en las llevaron a cabo las
actividades EYA. Dieron muestra de sus conocimientos adquiridos, y entre todos
elaboraron cuentos, poesías o teatros sobre la vida de los animales analizados.
Llegó el tiempo del descanso, el esperado
recreo. Todos juegan y se divierten sin importar sus diferencias.
Una vez finalizado, volvieron a sus clases
para continuar con sus emocionantes y formativas actividades, pero con la guía
de su otra maestra Carolina, ya la "seño" Patricia ha finalizado su
trabajo por hoy.
Qué rápido se ha pasado la mañana. Cuánto
han aprendido los alumnos/as acerca del entorno que les rodea. Los autobuses
esperan la salida de los pequeños/as genios. Belén, baja de uno de ellos
deseosa de conocer qué tal le ha ido hoy a Pedro.
Todos montan en el autobús entusiasmados
por llegar a casa y contarles a sus padres lo que han aprendido sobre el
entorno natural que los rodea. Mañana será otro día.
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